Y tú ¿ERES LIBRE? – Artículo de autor/a
A veces, me pregunto cómo sería todo si un día despertáramos sin recordar nada, sin recordar nuestro nombre o nuestra procedencia… ¿Sería libre?
Imagino que, por un instante, sentiríamos desconcierto y puede que nos sintiéramos abrumados e indefensos o puede que no. ¿Qué pasaría si a nuestro alrededor no hubiera nada, ni nadie, que nos hiciera sentir que es necesario contestar a esas preguntas?, ¿realmente sería lo primero que nos plantearíamos? Honestamente, lo dudo. Quizá sentirse libre implique altas dosis de valentía a día de hoy.
Está claro que la mente funciona por relaciones y que básicamente nuestra «AUTO-IMAGEN» es la suma de millones de relaciones, que hemos establecido con respecto a nuestra persona, nuestra condición física, nuestro entorno y nuestra identidad a lo largo de los años. Y, a su vez, no puedo obviar el hecho de que cuando estamos realmente concentrados en el momento presente, todo esto carece, por unos instantes, de sentido. La acción en sí misma supone enfoque, concentración, consciencia del aquí y del ahora. No hay nada más allá que lo que identificamos de forma inmediata con nuestros sentidos físicos, ni más allá de lo que sentimos, es decir, de las emociones que en esos instantes asumen el protagonismo absoluto como únicos indicadores de nuestra realidad.
La primera vez que escuché hablar sobre la «CNV»( Comunicación No Violenta) y sobre la idea que defiende acerca de los absolutos y la observación de los sucesos sin entrar en juicios o valoraciones moralistas algo me hizo «click». Ciertamente, basamos nuestra vida en lo que Marshall Rosenberg (el padre de la CNV) denominó JUSTICIA RETRIBUTIVA y en la contradicción que esta supone. Lo más «llamativo» de este hecho es que está presente en nuestra vida desde el mismo momento en el que nacemos y empezamos a relacionarnos con nuestros semejantes. Mucho antes, incluso, de saber hablar con fluidez y acaba siendo el punto de partida desde el que nos hablamos a nosotros mismos y nos auto-definimos.
Algunos os preguntareis ¿qué es eso de la «justicia retributiva»?, pues bien, es el “malo – feo, bueno – bonito – guapo, premio – castigo» o, lo que es lo mismo, «si eres bueno, te irá bien y tendrás una recompensa y, en cambio, si eres malo… sólo tendrás un castigo y no te irá bien». Al final, la realidad del día a día desmiente todo esto. Los buenos no son siempre premiados por otros y es que en realidad tampoco hay buenos ni malos (esto lo iremos viendo). Como Marshall decía: ¿si el héroe mata a los malos, no es tan malo como ellos? Si os dais cuenta, es una contradicción en sí misma.
A lo que quiero llegar es a que el uso del lenguaje es ciertamente determinante en cómo entendemos la vida. Al final, los juicios son tan o más crueles cuando los dirigimos hacia nosotros/as mismos/as, ¿o no es así? ¿Cuántas veces nos juzgamos severamente o nos castigamos de forma desproporcionada? Juzgar nos convierte en víctimas y verdugos, no en personas que experimentan una vida de forma libre y responsable. Hacemos todo lo que hacemos movidos por unas necesidades. Y, en realidad, es todo mucho más sencillo de lo que pensamos, a priori, o de lo que nos han querido hacernos pensar. Si te sientes bien, es que tus necesidades están satisfechas, si te sientes mal… tus necesidades no lo están. El grado de satisfacción es directamente proporcional al grado de bienestar que experimentes y viceversa.
Si observáramos más y juzgáramos menos, si en vez de entrar en valoraciones fuéramos más responsables con el uso de nuestras palabras… Sería mucho más fácil saber qué necesitamos e, incluso, llegar a pedirlo (saber pedirlo) en las ocasiones que fueran necesarias.
Al principio de este post, os hablaba de «estar presentes», ya que es el primer paso cuando iniciamos el camino hacia nuestro auténtico bienestar. Sentirnos libres.
Cuando estamos presentes conectamos con nuestras emociones, con nuestras sensaciones, que son los indicadores naturales con los que hemos nacido para poder sobrevivir. Sinceramente, no creo que vivir estresados, desconectados de nosotros mismos, pueda proporcionarnos salud y felicidad. Tampoco creo que una persona que necesita comer vaya a saciar su apetito si no toma acción en su deseo creando una estrategia para poder cubrir esa necesidad. Al final, todo se basa en algo: sentir, reconocer y tomar responsabilidad. Sentir implica sentir y no desconectarnos con 20.000 pensamientos al día, 100 tareas a la hora y varias sustancias (legales o ilegales), que nos hagan estar en todas partes, menos en el momento presente. Y cuando hablo de sustancias, muchas veces hablo de la propia comida y de cómo abusamos de nuestro cuerpo. Perjudicamos gravemente nuestra salud de forma inconsciente. Además, se convierte en una forma de mantenernos totalmente ausentes, desconectados de nuestras emociones internas. Sin claridad, decidme: ¿hacia dónde dirigimos nuestra energía, nuestras acción, nuestros pasos?
Una vida de «pilotos automáticos», cargada de deberías y «tienes que…», que nos convierten en prisioneros de una existencia que se proyecta continuamente en el pasado o en el futuro, en cualquier lugar menos en el real: el presente.
El ser humano no es malo, basta ya de juzgarnos, de auto-definirnos de esa manera. Las personas que actúan generando destrucción lo hacen llamados por unas necesidades y para cubrirlas ponen en marcha unas estrategias que, en muchos casos, implican pagar precios muy altos en la relación con ellos/as mismos/as o con el resto; de cualquier modo, el mayor afectado siempre es el propio individuo. Y no estoy obviando, en absoluto, los daños colaterales.
«La libertad de una persona termina donde comienza la libertad del otro». Ser libre supone consciencia y responsabilidad.
El ser humano es humano y debe equivocarse, está en su derecho y al mismo tiempo tiene la responsabilidad de asumir, primero, la responsabilidad de satisfacer sus necesidades y, segundo, la responsabilidad de permitir al otro satisfacer las suyas. Eso de la competitividad excluyente, del «yo más que tú», del «o es para mi o el otro me lo quita» son ideas carentes, ideas preconcebidas sin ninguna base y suponen el verdadero cáncer de nuestra condición humana y de nuestro planeta.
¿ME QUIEREN DECIR QUE EL SER HUMANO, QUE HA VIVIDO MILES DE AÑOS, QUE HA CONSEGUIDO CREAR AVIONES QUE CRUZAN OCÉANOS, SATÉLITES QUE LANZAN AL ESPACIO, QUE ERIGE EDIFICIOS DONDE SE POSAN LAS NUBES… NO PUEDE CREAR ESTRATEGIAS DONDE EL EQUILIBRIO SEA UN HECHO Y DONDE EL ABUSO SEA TAN SOLO UN RECUERDO?
Empecemos por ser responsables de nuestras palabras, pues ellas vibran en nuestros pensamientos y nuestras emociones indican claramente si son constructivas o erráticas… Seamos, primero, conscientes y mantengámonos vivos para poder construir la vida que nosotros/as y el mundo, realmente, merecemos. Tomemos consciencia y asumamos que, AQUI Y AHORA, nosotros podemos asumir nuestra responsabilidad y la suma de todos y todas, en conjunto.
Si algo puede cambiar los sistemas carentes y tiranos que hay en el mundo es la VOLUNTAD de las personas. La atención dirigida supone energía dirigida y tiempo invertido. No hay recursos más valiosos que esos para ser libre.
Hace algún tiempo escuche una cita que decía: «Cuando la responsabilidad de un acto no es de nadie, entonces quiere decir que es de todos».
Estemos conscientes, asumamos responsabilidad y tomemos acción por el mundo que merecemos. Amar es mucho más que una idea romántica, amar es la energía universal. Seamos conscientes.
¡Gracias por tu valiosa atención!